Por Violeta Vasquez López
Cuando hablamos de sustentabilidad, lo primero que se nos viene a la mente es el cuidado del medio ambiente, sin embargo, pocas veces se habla de que este concepto va mucho más allá de las prácticas ecológicas. En teoría, para que haya un desarrollo 100% sustentable, se deben tomar en cuenta los cuatro pilares de la sustentabilidad: ambiental, social, cultural y económico. Como mencioné anteriormente, todos tenemos presente el aspecto ambiental, y también nos queda muy clara la importancia del crecimiento económico para el desarrollo. Idealmente, el aspecto social debería incluir la cultura, no obstante, cuando se habla de “responsabilidad social” las empresas tienden a enfocarse en valores éticos internos y causas filantrópicas, olvidándose de considerar la cultura como parte esencial de la ecuación. En rasgos generales, la sustentabilidad cultural se refiere a la preservación de las creencias, el patrimonio y la identidad de las comunidades. Este concepto nos invita a reflexionar sobre las consecuencias que puede traer el desarrollo económico para algunas culturas si se hace de manera irresponsable, sobretodo para las minorías, que, en el peor de los casos, pueden incluso llegar a desaparecer.
La existencia de 68 pueblos indígenas en el país y la comercialización de sus artesanías convierten a la sustentabilidad cultural en un tema indispensable para la agenda mexicana. En la serie “Un acercamiento consciente al consumo de la moda artesanal” Beth Alonso nos explicó que, dentro de su comunidad en Comachuén, las prendas artesanales primero cubren las necesidades de la comunidad, se convierten en un símbolo de resistencia ante las presiones occidentales, y como último fin, se crean prendas específicas para su comercialización. Adicionalmente, Marta Turok afirmó que la artesanía surge como actividad comercial hasta los años 70, cuando muchas de estas técnicas textiles son prehispánicas. Estos testimonios son un claro indicador de que las artesanías tienen un significado más allá del objeto y la actividad comercial, ya que detrás de ellas hay tradiciones vivas. En HILANDO HISTORIAS queremos que estos temas se entiendan más allá de la teoría, por lo que a continuación, mostraré tres situaciones que ponen en riesgo el patrimonio cultural de los pueblos originarios. Desafortunadamente, la comercialización de productos artesanales se ha convertido en un atractivo turístico en varias zonas del país, por lo que el consumidor tiende a reducirlas a un souvenir, separándolas de su verdadero valor y significado. Por otra parte, marcas internacionales como Carolina Herrera o Isabel Marant, han plagiado iconografía tradicional de comunidades indígenas para sus colecciones estilo boho, reduciéndola a una tendencia de moda en la que no se da crédito, y el origen de la prenda pasa desapercibido. El último ejemplo, es la creciente tendencia a la colaboración entre diseñadores y artesanos. En este caso es vital conocer la intención del diseñador o marca para establecer una relación con los artesanos, ya que, si los fines son meramente lucrativos, se puede prestar al abuso y la explotación de la cultura, representando una amenaza para la comunidad. Existen más ejemplos como estos, pero la forma más fácil de reconocer una situación problemática, es cuando la cultura pasa a segundo plano, y se le da más importancia a otros objetivos que se alejan del significado original.
Pero ¿qué podemos hacer los consumidores de artesanías para cuidar la sustentabilidad cultural? El primer paso, sin duda, es informarnos sobre estas problemáticas para tomar decisiones de compra más conscientes e informadas. Y ahora que sabemos que las artesanías son más que objetos, es importante informarnos de sus creadores, historia y significado, para valorarlas y portarlas con respeto. Debemos dejar de lado las ideas coloniales de mestizaje, y aceptar que ser mexicanos NO nos hace parte de las comunidades indígenas, ni de sus tradiciones, esta afirmación nos permite reconocer su identidad y darles el crédito que merecen. A su vez, dejar de generalizar y encasillar a todas las comunidades indígenas en la misma categoría, e identificar a la comunidad exacta de donde proviene la artesanía, hará que nos sensibilicemos a la cultura y el contexto específico que viven las personas en su lugar de origen. También es fundamental pedir transparencia a las marcas de diseño que colaboran con artesanos para asegurarnos que se fomente el respeto integral hacia la comunidad con la que están trabajando. Por último, pero muy importante, debemos escuchar a los miembros de estas comunidades, respetar su individualidad y autonomía, ya que ellos son los agentes principales de esta causa, y son de quienes más podemos aprender.